Enclavado el Pirineo de Huesca, el Valle de Tena es un destino conocido por sus paisajes impresionantes, sus estaciones de esquí y su oferta de turismo activo. Sin embargo, pocos saben que, entre sus montañas y bosques, se esconde un legado militar que nos transporta a los años más inciertos de la posguerra española: la Línea P.

Esta red de fortificaciones construida durante el franquismo tenía un objetivo claro: evitar una hipotética invasión extranjera. Hoy en día, sus búnkeres y túneles permanecen como testigos mudos de un pasado lleno de temores estratégicos, y se han convertido en un atractivo para senderistas, aventureros e historiadores. En este artículo, exploraremos la historia de la Línea P en el Valle de Tena y cómo descubrir estos restos a través de rutas de senderismo y turismo patrimonial.

El contexto histórico: España y la defensa de los Pirineos

Tras la Guerra Civil Española (1936-1939), el régimen de Francisco Franco temía posibles invasiones por parte de Francia o de grupos opositores exiliados. En plena Segunda Guerra Mundial y con el auge del comunismo en Europa, la dictadura se preparó para defender la frontera norte.

La llamada Línea P (o “Posiciones Pirenaicas”) fue un ambicioso proyecto defensivo diseñado para fortificar los Pirineos mediante la construcción de más de 10.000 búnkeres y posiciones militares. Abarcaba desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo y debía servir como una barrera infranqueable. Sin embargo, su construcción se extendió durante años y, al final, nunca se utilizó en combate.

La Línea P en el Valle de Tena: una defensa en las alturas

Dentro del Pirineo Oscense, el Valle de Tena jugaba un papel clave en esta estrategia. Situado en la comarca del Alto Gállego, este valle contaba con pasos de montaña estratégicos, como el Puerto de Portalet y el Balneario de Panticosa, que podían servir de acceso a territorio español.

Para proteger estos puntos, se construyeron diversas fortificaciones:

  • Búnkeres semienterrados, diseñados para resistir ataques de artillería.
  • Nidos de ametralladoras, en posiciones elevadas con amplio campo de visión.
  • Refugios subterráneos y túneles, utilizados para almacenamiento y protección de tropas.

Aunque muchas de estas construcciones han quedado en el olvido, algunas aún pueden visitarse, convirtiéndose en un atractivo para quienes disfrutan del senderismo con un toque de historia.

Rutas y senderos para descubrir la Línea P

Si te apasiona la historia y la aventura, aquí te proponemos algunas rutas en el Valle de Tena para explorar los restos de la Línea P:

1. Ruta del Puerto de Portalet

Uno de los puntos más accesibles y con mayor número de fortificaciones visibles. En esta ruta puedes ver varios búnkeres bien conservados, situados en una posición estratégica con vistas panorámicas a Francia.

  • Dificultad: Baja
  • Duración: 2-3 horas
  • Punto de inicio: Parking del Portalet

2. Pista de Lanuza a Panticosa

Una sencilla ruta, con bastantes fortificaciones, algunas de ellas, en muy buen estado de conservación.

  • Dificultad: Media
  • Duración: 1-2 horas
  • Punto de inicio: Población de Lanuza

3. Linea P en Escarrilla

Esta localidad, situada en el punto medio entre Panticosa y Sallent,  puto estratégico en el eje que vertebra el Valle, a lo largo de algunas rutas que parten desde aquí, se pueden ver búnkeres camuflados entre rocas y senderos de la guerra.

  • Dificultad: Media
  • Duración: 3 horas
  • Punto de inicio: Localidad de Escarrilla

La Línea P hoy: patrimonio y turismo de memoria

A pesar de su magnitud, la Línea P nunca entró en combate ni cumplió su función original. Con el paso del tiempo, muchas de sus construcciones han quedado abandonadas o han sido absorbidas por la naturaleza. Sin embargo, en los últimos años han surgido iniciativas para recuperar y señalizar estos vestigios, dándoles un valor histórico y turístico.

Algunas asociaciones locales trabajan en la restauración y puesta en valor de estos búnkeres, promoviendo visitas guiadas y rutas temáticas. Gracias a esto, la Línea P no solo forma parte del pasado, sino que se está convirtiendo en un recurso para el turismo cultural y de aventura en el Valle de Tena.

La Línea P es un capítulo fascinante y poco conocido de la historia española. En el Valle de Tena, sus restos han pasado de ser simples fortificaciones olvidadas a convertirse en puntos de interés para senderistas y curiosos. Explorar estos búnkeres es una forma única de combinar naturaleza, historia y aventura, descubriendo al mismo tiempo un legado que merece ser preservado.

Si alguna vez visitas el Pirineo aragonés, no dudes en incluir en tu itinerario una ruta por la Línea P. Más allá de sus imponentes paisajes, el valle guarda secretos que esperan ser descubiertos.